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ANECDOTARIO
El barrio fue al teatro y quedó una frase…
Don Francisco Peroncini cerraba el negocio de la yesería y cuando no iba al club, sus pasos se dirigían hacia el Teatro Argentino, donde ensayaba y actuaba. Nacido en Italia, en su país había estudiado ópera en la Scala de Milan. El “Checo” (apodo que devino de su chuequera) era también hombre de competir en bochas y en ciclismo. Pero en la música encontrará una especie de religión para su alma noble. Llegó a actuar en agosto de 1948 en el Colón, en Capital, junto al barítono Beniamino Gigli. Los vecinos de la barriada Brandsen, casi todos amigos entre sí, una vez recibieron la invitación de Peroncini para una de esas obras de teatro musicales. La expectativa fue en aumento y se acomodaron para verlo en los palcos del emblemático teatro ubicado entre las avenidas 51 y 53 de La Plata. Pero conforme pasaban los minutos, nadie había visto a Peroncini, hasta que por allá, recién sobre el final, el corpulento dirigente de Brandsen entró en escena y con su voz impactante lanzó a los cuatro vientos:“¡La cena sta pronti, Porota!”. Una frase, eso fue todo el repertorio que le tocó al “Checo”. Por mucho tiempo se escucharon las risotadas de aquellos vecinos que pensaban verlo un poco más…
Un vocal muy inquieto y popular
El “Checo” pisó suelo argentino en 1918 y en este país nacieron sus hijos. Uno de ellos también se destacó por el timbre de voz y sus condiciones para cantar. Hamleto Peroncini (el nombre responde a la adoración del padre por el teatro, aunque tuvo que agregar una “o” porque no le permitían la raíz inglesa del original), también tuvo sus horas de fama cuando se inscribió en un concurso de la emisora de radio Belgrano. Se presentó con un bolero y ganó. Lo curioso es que Hamleto, más conocido por “Toto”, se anotó con un nombre artístico: Carlos Peron. Todavía faltaba para que el general fuese el Presidente de los argentinos. El concurso llevaba el nombre de “Federal” porque era auspiciado por una importante marca de jabones.
Aquel vocal de la naciente AC Brandsen empezó a recibir cartas de todos lados, incluso de admiradoras, pero como su mujer se puso firme no prosiguió con la carrera artística, pero fue un empresario multifacético. Trabajó en la construcción, hasta que quiso cambiar y probó otras alternativas: compró una fábrica de galletitas, más tarde un barco pesquero, una fábrica de baterías y fue concesionario de Siam Di Tella y de una empresa láctea, La Martona, cuya publicidad se aprecia en esta foto en el estadio de Gimnasia y Esgrima La Plata.
Aquel vocal de la naciente AC Brandsen empezó a recibir cartas de todos lados, incluso de admiradoras, pero como su mujer se puso firme no prosiguió con la carrera artística, pero fue un empresario multifacético. Trabajó en la construcción, hasta que quiso cambiar y probó otras alternativas: compró una fábrica de galletitas, más tarde un barco pesquero, una fábrica de baterías y fue concesionario de Siam Di Tella y de una empresa láctea, La Martona, cuya publicidad se aprecia en esta foto en el estadio de Gimnasia y Esgrima La Plata.
Bailar y reír a carcajadas
El sábado 20 de noviembre de 1948, en El Día, se publicaba a dos columnas una de las grandes celebraciones: “Hoy 21.30. Asociación Cnel. Brandsen. Los reyes de la risa: Buono Striano. Típica: López Osorio (con sus mejores tangos). Las orquestas: el ritmo sincopado de Alabama Jazz (ex Cuaci Ibarra)”. Aquella publicidad no olvidó los medios de transporte para llegar a 60 entre 23 y 24: Tranvía 5. Micros 13 y 14. “La CD se reserva el derecho de admisión”, remataba.
La difusión en esa época sabía de otros usos y costumbres, principalmente, anotar quiénes eran ls artistas que nos visitaban en la pizarra ubicada en el ingreso a la Sede. Entre los datos, los precios. Socios con carnet $ 2. Invitados $ 4. Damas, 0,50. Socias con carnet, gratis.
Brandsen apenas llevaba 6 años y se constituía en el centro de la vida comunitaria.
La difusión en esa época sabía de otros usos y costumbres, principalmente, anotar quiénes eran ls artistas que nos visitaban en la pizarra ubicada en el ingreso a la Sede. Entre los datos, los precios. Socios con carnet $ 2. Invitados $ 4. Damas, 0,50. Socias con carnet, gratis.
Brandsen apenas llevaba 6 años y se constituía en el centro de la vida comunitaria.
Adiós muchachos, por el mismo Gardel
Las grandes orquestas recorrían los clubes de barrio, Brandsen las contrató y aquello fue un modo de diversión, vaya si lo fue, con el tango, el jazz. Pasó en la ciudad a partir de la década del diez y del veinte cuando comenzaron a abrir sus puertas estas entidades sin ánimo de lucro. Y si el tango no venía todavía a Brandsen (porque no estaba fundado), los chicos de la zona se la ingeniaban para ver un espectáculo de tango de todos modos. La leyenda dice que Osvaldito Bezzi, uno de los que participará más tarde en la primera Comisión, fue a ver a Carlos Gardel, que cantaba en el cine teatro Select, de la céntrica avenida 7 entre 55 y 56. Caminaron por escases de dinero para las entradas, y luego se trepó junto a dos o tres amigos a uno de los árboles, aguardando ver en algún momento que saliera “El Mudo”, aunque más no sea para saludarlo. De la copa de aquel plátano saltaron a la vereda cuando ya la función había finalizado. Y lograron el cometido: Carlitos frenó sus pasos y le ordenó a sus músicos que se desenfundaran las guitarras para cantarles Mi Buenos Aires querido. Luego, cada uno para su casa. Gardel y compañía hacia la estación ferrocarril y los muchachos hacia la 60. Bezzi, además de activo dirigente de AC Brandsen, llegó a recibirse de abogado y fue docente universitario. En su estudio, mientras iba y venía con expedientes, sus hijos siempre le escuchaban silbar el mismo tango que, en persona, le cantó un emblema de la música popular.
Un dirigente especialista en techos
Primavera de 1957, con nuevo presidente, don Marcelino Pablo Amichetti, hombre de campo, nacido en Cañuelas en ¡1909! En esta ciudad se aquerenció en la calle 62 entre 25 y 26, a tres cuadras del Club. A la hora de trabajar Amichetti era un campeón y dio con su orgullo y empeño una parte suya que se traduce en lo que se ver aún hoy en 2022, con una de la infraestructura más preciada. Era especialista en construir galpones y su intención fue darle un cobijo lo suficientemente bueno a los asociados y adeptos a las bochas. Sus familiares llevan por siempre su memoria de una vida que alcanzó a vivir 63 años, a puro sacrificio. Jorge Amichetti, su único hijo, evoca la niñez participando de las kermeses. Gabriel Amichetti, uno de los nietos, nos representó en Padel y luego fue preparador físico de la Primera división.
Dos peluqueros desvelados por el Club
"Tito" Manzi en su metier de peluquero. Fue presidente de AC Brandsen y allí tuvo un local.
Los dos tenían peluquería, uno sobre la plaza Brandsen y diagonal 93, Julio Varallo, “Tucho”. El otro atendía en diagonal 80 hasta que en una época tuvo local en nuestro Club, Alberto Manzi, “Tito”. Compartían el oficio, recreaban con la clientela el próximo partido de básquet de Brandsen, o el fútbol de Primera con alguno de los clubes platenses (en el caso de Tucho Varallo, era Pincharrata pese a que su hermano menor, Pancho, triunfó en el Tripero).
Pero Tito y Tucho coincidían en algo más y era cuando hacían de una mesa de cartas una cosa viva, una pasión, con el Truco y el Tute Codillo, juego que está nombrado en un tango.
Los dos tenían peluquería, uno sobre la plaza Brandsen y diagonal 93, Julio Varallo, “Tucho”. El otro atendía en diagonal 80 hasta que en una época tuvo local en nuestro Club, Alberto Manzi, “Tito”. Compartían el oficio, recreaban con la clientela el próximo partido de básquet de Brandsen, o el fútbol de Primera con alguno de los clubes platenses (en el caso de Tucho Varallo, era Pincharrata pese a que su hermano menor, Pancho, triunfó en el Tripero).
Pero Tito y Tucho coincidían en algo más y era cuando hacían de una mesa de cartas una cosa viva, una pasión, con el Truco y el Tute Codillo, juego que está nombrado en un tango.
“Baile joven en Brandsen”
Corría el año 1976 y el proyecto de los clubes parecía quedar a la deriva. Tiempos de dictadura cívico militar, las relaciones humanas en crisis, igual que la economía. Pero los clubes se las ingeniaban, como hasta hoy, con imaginación trataban de aportar al entretejido social. Una propaganda en la sección espectáculos del diario El Día muestra una de las ofertas para la diversión sana. “Baile Joven en Brandsen”. Era cada domingo y la organización estuvo a cargo del empresario Jorge Morales, con su “Musicomanía”, cuyo logo en los afiches tenían una manzanita. El mismo hombre hacía entonces los bailes en Deportivo La Plata (71 entre 1 y 2), los sábados.
Entre las mil anécdotas se recuerda una, en la previa de la matiné, cuando varios vieron llegar a un pibe con su carro en el que juntaba botellas y cartones. Estacionó en el cordón y se puso a mirar. Fue entonces que Morales, a pesar de dejar sin efecto el protocolo de cierta forma de vestimenta, hizo pasar al jovencito.
Entre las mil anécdotas se recuerda una, en la previa de la matiné, cuando varios vieron llegar a un pibe con su carro en el que juntaba botellas y cartones. Estacionó en el cordón y se puso a mirar. Fue entonces que Morales, a pesar de dejar sin efecto el protocolo de cierta forma de vestimenta, hizo pasar al jovencito.
Acuerdo de vecinos y ensanche de Sede
El natatorio generó una afluencia de socios como nunca se había visto y la Comisión Directiva pensó que era la hora de intensificar las obras de infraestructura, ampliando un poco más la Sede. Realmente el club pasó a ser “el segundo hogar”. Entonces, alguien vio que un terreno de un vecino, en caso de que éste aceptara venderlo, podría resultar la ampliación. El convencimiento lo logrará otro vecino, de 60 y 22, Roberto Alvarado, socio y directivo, famoso por su heladería en aquella esquina que en invierno se convertía en pizzería.
Era un terreno de 30 por 26 metros y, para ubicarse, daba sobre el lateral de la calle 23.
Norberto “Coco” Sánchez, empresario, socio y vecino que en los setenta (en la plenitud de sus treinta años, siendo además dirigente de Gimnasia) tenía mundo e ideas que parecían invencibles, no se quedó quieto y, mientras preparaba un sistema de pago mediante una Caja de Ahorro en el Banco Crédito Provincial, organizó un almuerzo en el cual interesó a medio barrio. En aquella comida empezó a recaudarse para el terrenito, quedando como anécdota el premio de un sorteo, “una máquina de calcular que traje de Japón y que vendíamos en mi negocio, BYMO (Bombas y Máquinas de Oficinas)”. Otra suma de pesos llegó por el cobro de una cuota adicional a los socios.
Cuando se quisieron acordar ya en 1977 estaban en los del vecino, donde por las noches se organizaban torneos de Baby Fútbol. Coincidentemente, en esa época llegaba el fútbol oficial a nuestro amado Brandsen: 1976 Liga Amateur Platense y 1979 LIFIPA.
Era un terreno de 30 por 26 metros y, para ubicarse, daba sobre el lateral de la calle 23.
Norberto “Coco” Sánchez, empresario, socio y vecino que en los setenta (en la plenitud de sus treinta años, siendo además dirigente de Gimnasia) tenía mundo e ideas que parecían invencibles, no se quedó quieto y, mientras preparaba un sistema de pago mediante una Caja de Ahorro en el Banco Crédito Provincial, organizó un almuerzo en el cual interesó a medio barrio. En aquella comida empezó a recaudarse para el terrenito, quedando como anécdota el premio de un sorteo, “una máquina de calcular que traje de Japón y que vendíamos en mi negocio, BYMO (Bombas y Máquinas de Oficinas)”. Otra suma de pesos llegó por el cobro de una cuota adicional a los socios.
Cuando se quisieron acordar ya en 1977 estaban en los del vecino, donde por las noches se organizaban torneos de Baby Fútbol. Coincidentemente, en esa época llegaba el fútbol oficial a nuestro amado Brandsen: 1976 Liga Amateur Platense y 1979 LIFIPA.
La canchita de los cañaverales
Un libro sacó la primera Liga de fútbol infantil, LIFIPA, a 40 años de su creación. En un párrafo de los primeros partidos hacia finales de los años 70, dice que “los partidos se jugaban en terrenos baldíos, canchas de básquet, patios de escuelas, pero a medida que pasaron los torneos la organización fue mejorando”. La AC Brandsen pasó como inquilino de una “cantera” en barrio Aeropuerto, una cancha un poco más formal (la de El Porvenir Platense) y de allí saltó a un lugar en El Retiro, 42 y 158, donde había un aserradero. Allí, el “más local” era uno de nuestros delegados, Roque Serrao, que vivía a la vuelta y ponía su casa como punto de encuentro para los chicos de su categoría, la ’78.
“Roque tenía un valor humano espectacular”, recuerda uno de los chicos Gabriel Pierri, que también revive las imágenes de su infancia (de los 10 a los 12 vistió los colores del “Coronel”). “Para llegar a nuestra cancha los padres iban por Avenida 44 y doblábamos al pasar por una zona boscosa, así entrábamos por un camino de tierra. De la cancha tengo recuerdos de los cañaverales del fondo; hacíamos laberintos y jugábamos a las escondidas. Era un clásico ver a los padres que se querían ir y buscaban a sus hijos perdidos entre esas cañas. ¡Salíamos todos raspados, pero nos divertíamos más que en el partido!”.
Gabriel venía de jugar en Deportivo La Plata y cuenta que el objetivo era reforzar a esa categoría para tratar de frenar a una ’78 de Centro Fomento Los Hornos que era imparable. En 1988 se sumó junto al chico Horacio Canosa. “Pero no alcanzó, ellos siguieron ganando los torneos”. Otros recuerdos de aquella canchita (cercana al predio que por entonces ya estaba por adquirir la Comisión Directiva), aquel niño, hoy adulto, lleva la imagen de “un buffet, que despachaba caramelos ‘palitos de la selva’, alfajores Guaymallén y la clásica Coca. Un club familiero, donde los padres de las categorías se quedaban a ver la siguiente”.
En la foto, de pie: Roque Serrao DT, Gabi Pierri, Horacio Canosa, Ezequiel, Camilo, Diego. En cuclillas: Guido, Esteban, El Colo, Fabián y Sergio Serrao.
“Roque tenía un valor humano espectacular”, recuerda uno de los chicos Gabriel Pierri, que también revive las imágenes de su infancia (de los 10 a los 12 vistió los colores del “Coronel”). “Para llegar a nuestra cancha los padres iban por Avenida 44 y doblábamos al pasar por una zona boscosa, así entrábamos por un camino de tierra. De la cancha tengo recuerdos de los cañaverales del fondo; hacíamos laberintos y jugábamos a las escondidas. Era un clásico ver a los padres que se querían ir y buscaban a sus hijos perdidos entre esas cañas. ¡Salíamos todos raspados, pero nos divertíamos más que en el partido!”.
Gabriel venía de jugar en Deportivo La Plata y cuenta que el objetivo era reforzar a esa categoría para tratar de frenar a una ’78 de Centro Fomento Los Hornos que era imparable. En 1988 se sumó junto al chico Horacio Canosa. “Pero no alcanzó, ellos siguieron ganando los torneos”. Otros recuerdos de aquella canchita (cercana al predio que por entonces ya estaba por adquirir la Comisión Directiva), aquel niño, hoy adulto, lleva la imagen de “un buffet, que despachaba caramelos ‘palitos de la selva’, alfajores Guaymallén y la clásica Coca. Un club familiero, donde los padres de las categorías se quedaban a ver la siguiente”.
En la foto, de pie: Roque Serrao DT, Gabi Pierri, Horacio Canosa, Ezequiel, Camilo, Diego. En cuclillas: Guido, Esteban, El Colo, Fabián y Sergio Serrao.
La Cuarta que venció hasta a los ladrones…
La primera vez que Brandsen ganó una copa en la “A” fue con la Cuarta de 1987, base de chicos nacidos en el ‘69 y unos poquitos en el ‘70.
El técnico era Alejandro Nicoletti, y el comentario en la época era que todos querían jugar con “Nico”, que además tenía un ladero que estaba en los detalles, Luis Tarquino. “Lucho” vivía pensando en el Club y un día, tal vez por olvidadizo, le afanaron el auto, un Fiat 128. La desesperación por la pérdida incluía una preocupación: el equipo, que iba camino al título, jugaba al día siguiente. ¡Y las camisetas estaban en el baúl, junto a las fichas de los jugadores! “Recuerdo que jugábamos a las 11 de la mañana y el robo fue casi en la madrugada del sábado. No sé si fue Dios o qué, pero el auto apareció, a 6 cuadras de la casa de Luis, cuando faltan dos horas para el partido. No habían abierto el baúl, usaron el coche y lo dejaron ahí tirado”, rememora José Luis López, quien un día llegó a Brandsen por recomendación de su entrañable amigo del secundario, Hernán Rolando Cristante.
La Cuarta terminó ganando el torneo, con calidad individual y potencia física, ya que habían hecho una pretemporada en el predio de UPCN.
El técnico era Alejandro Nicoletti, y el comentario en la época era que todos querían jugar con “Nico”, que además tenía un ladero que estaba en los detalles, Luis Tarquino. “Lucho” vivía pensando en el Club y un día, tal vez por olvidadizo, le afanaron el auto, un Fiat 128. La desesperación por la pérdida incluía una preocupación: el equipo, que iba camino al título, jugaba al día siguiente. ¡Y las camisetas estaban en el baúl, junto a las fichas de los jugadores! “Recuerdo que jugábamos a las 11 de la mañana y el robo fue casi en la madrugada del sábado. No sé si fue Dios o qué, pero el auto apareció, a 6 cuadras de la casa de Luis, cuando faltan dos horas para el partido. No habían abierto el baúl, usaron el coche y lo dejaron ahí tirado”, rememora José Luis López, quien un día llegó a Brandsen por recomendación de su entrañable amigo del secundario, Hernán Rolando Cristante.
La Cuarta terminó ganando el torneo, con calidad individual y potencia física, ya que habían hecho una pretemporada en el predio de UPCN.
Un sexteto de grandes amigos
Los chicos de la Colonia en la canchita de voley. Allí está "Panchito" Vigo, recostado en la arena.
Francisco Vigo, Juan Zamorano, Fabián Músico, Matías Agüero, Juan Manuel Guidi y Alejandro Detlefsen. Seis almas que convergen en un rincón del universo, 21 entre 60 y 61. El Coronel Brandsen los juntó, a algunos ya en el Jardín de Infantes, a todos en aquella pileta descubierta y en la matiné. “Muchísimas amistades, novias, trabajo, en el Club se me dio todo, en mi caso fue más importante que la escuela, porque yo quería estar en Brandsen”, evoca “El Bocha” Zamorano. Un momento muy lindo para ellos, pero no tanto para el club, crisis extrema del país en 2001, los cacerolazos, y la barrita de pibes de 12 años que buscaban refugio en el club, cuando había poca actividad. “Nos metíamos a ver cómo jugaban al pool los cantineros, nos metíamos nos mandábamos a la canchita de fútbol o a la de Padel sin ser socios, nos sacaban, hasta que nos empezaron a querer”, cuenta Juan. “A los diez años, cuando venían los calorcitos, uno ya pensaba en la pile de Brandsen, de diciembre a marzo era una fija. Desde casa escuchaba la chicharra y salía para allá”, recuerda Panchito.
Los viejos clubes necesitaban renovación y este sexteto de amigos brindó su brisa de aire fresco, incluso llegando a trabajar en la limpieza, en la atención al público en la “chapería” donde dejaban los bolsos los bañistas. “Un día hasta nos dieron a nosotros la llave de la entrada al Club”.
Juancito y Alejandro jugaron en la Primera, mientras Panchito y Fabián alentaban y sumaban más amigos de corazón para bancar a Brandsen en toda ocasión. Y pasaron en una cancha las buenas, desde el 2012 en que vieron la gloria misma con la Brujita Verón (la tarde del campeonato jugó Juan con la “6”) hasta tener que pelear un descenso.
Francisco Vigo, Juan Zamorano, Fabián Músico, Matías Agüero, Juan Manuel Guidi y Alejandro Detlefsen. Seis almas que convergen en un rincón del universo, 21 entre 60 y 61. El Coronel Brandsen los juntó, a algunos ya en el Jardín de Infantes, a todos en aquella pileta descubierta y en la matiné. “Muchísimas amistades, novias, trabajo, en el Club se me dio todo, en mi caso fue más importante que la escuela, porque yo quería estar en Brandsen”, evoca “El Bocha” Zamorano. Un momento muy lindo para ellos, pero no tanto para el club, crisis extrema del país en 2001, los cacerolazos, y la barrita de pibes de 12 años que buscaban refugio en el club, cuando había poca actividad. “Nos metíamos a ver cómo jugaban al pool los cantineros, nos metíamos nos mandábamos a la canchita de fútbol o a la de Padel sin ser socios, nos sacaban, hasta que nos empezaron a querer”, cuenta Juan. “A los diez años, cuando venían los calorcitos, uno ya pensaba en la pile de Brandsen, de diciembre a marzo era una fija. Desde casa escuchaba la chicharra y salía para allá”, recuerda Panchito.
Los viejos clubes necesitaban renovación y este sexteto de amigos brindó su brisa de aire fresco, incluso llegando a trabajar en la limpieza, en la atención al público en la “chapería” donde dejaban los bolsos los bañistas. “Un día hasta nos dieron a nosotros la llave de la entrada al Club”.
Juancito y Alejandro jugaron en la Primera, mientras Panchito y Fabián alentaban y sumaban más amigos de corazón para bancar a Brandsen en toda ocasión. Y pasaron en una cancha las buenas, desde el 2012 en que vieron la gloria misma con la Brujita Verón (la tarde del campeonato jugó Juan con la “6”) hasta tener que pelear un descenso.
Candidatos a Presidente de la Nación
Los recordados políticos argentinos Raúl Alfonsín y Néstor Kirchner estuvieron en nuestra Sede y en ambos casos durante etapas cruciales de sus campañas proselitistas. En 1983 y en 2002, a los dos le dimos suerte, porque ese mismo año llegaron a vestir la banda presidencial de la Nación. Los peronistas recuerdan que “fue en Brandsen donde Néstor Kirchner realizó uno de sus primeros actos como candidato”. Los radicales sienten el orgullo por la venida del doctor y un socio del Club lo recuerda a la perfección. Es que lo habían puesto como control, hasta que en un momento olvidó la orden y pasó a la reunión con la cúpula dirigencial. “¡No podía ser, cerré todo y me fui adelante. Antes de entrar me frenó un grandote (Wilson, un boxeador platense) pero le mostré la llave de la secretaría y pasé”, relata Alberto Díaz. Acto seguido, se posicionó con soltura entre Saenz y Serrano, presidente y vice de Brandsen, frente a quienes estaba hablando Alfonsín”. El diálogo que sigue fue reconstruido por el propio “Negro” Díaz.
-Perdone Doctor, pero voy a saludarlo y a contarle algo muy importante.
-¿¡Si, che…?. ¿Y qué es lo que querés decirme?
-¿Usted es de Chascomús?
(Se hizo un silencio entre el vecino y el candidato de la UCR)
-Yo soy pariente de los Becerra y los Piñero.
-¿¡Pariente de los Piñero!?¡Que gente linda los Piñero, cómo no los voy a conocer! ¡Deme un abrazo, negrito!
Aún hoy, el Negro Díaz, orgulloso del club, de la patria y de la familia, lleva aquel abrazo como una de las grandes alegrías de su larga y buena vida.
-Perdone Doctor, pero voy a saludarlo y a contarle algo muy importante.
-¿¡Si, che…?. ¿Y qué es lo que querés decirme?
-¿Usted es de Chascomús?
(Se hizo un silencio entre el vecino y el candidato de la UCR)
-Yo soy pariente de los Becerra y los Piñero.
-¿¡Pariente de los Piñero!?¡Que gente linda los Piñero, cómo no los voy a conocer! ¡Deme un abrazo, negrito!
Aún hoy, el Negro Díaz, orgulloso del club, de la patria y de la familia, lleva aquel abrazo como una de las grandes alegrías de su larga y buena vida.
Un asadito que nos ayudó a zafar del descenso
Faltan dos fechas y así estaba la tabla del Apertura en la Liga, mano a mano con Abastense.
El “Negro” Alberto Díaz, en verdad, se acercó al club por las bochas y nos representó como jugador en la Federación Platense, recordándose cómo le jugaba de igual a igual a los mejores. Pero la camiseta naranja (con la que jugaban nuestros equipos de fútbol) se metió también en sus ojos y caló el alma. Sus cuatro hijos jugaron en juveniles y primera: Javier de la ‘70, Mauricio de la ‘72, Andrés, exquisito ’75 (había sido compañero de Verón en el fútbol infantil Pincha) y Sergio Julián de la ‘80. Cierta vez, mientras jugaba a las bochas, le preguntaron si podía hacerse cargo de la categoría ’72, “donde estaban los hijos de varios dirigentes”. Y ya en la cancha grande, al borde del campo, se vio su firmeza. El Negro tampoco dudó demasiado cuando le propusieron ser el sucesor del DT de la Primera, que acababa de desvincularse sin suerte en los resultados. ¡Era nada menos que Antonio Rosl, un grande del fútbol nacional.
Al Torneo Clasificación de 1993 le quedaban pocas fechas y el último pasaría a estar condenado a jugar una final a fin de año. Díaz, que estuvo acompañado por su amigo Juan Carlos Canosa (otro que dominaba el juego de las bochas) lograron el repunte con un par de buenos resultados. A la última fecha llegaron con chances, pero la cancha de Los Tolosanos, en el barrio El Churrasco y con uno de los mejores planteles de la Liga, parecía un escollo imposible. Con el tiempo, Díaz larga otra confesión que lo pinta de cuerpo entero. “Por intermedio de un amigo le habíamos asegurado al rival que con el empate le pagábamos un asado para todos, pero no le dijimos nada a nuestros jugadores, que salieron a dar todo, tanto que a mi hijo lo expulsaron a poco de empezar, por el embale que tenía”. Fue empate 1 a 1 y alcanzó para salir del último puesto donde quedó Abastense.
El “Negro” Alberto Díaz, en verdad, se acercó al club por las bochas y nos representó como jugador en la Federación Platense, recordándose cómo le jugaba de igual a igual a los mejores. Pero la camiseta naranja (con la que jugaban nuestros equipos de fútbol) se metió también en sus ojos y caló el alma. Sus cuatro hijos jugaron en juveniles y primera: Javier de la ‘70, Mauricio de la ‘72, Andrés, exquisito ’75 (había sido compañero de Verón en el fútbol infantil Pincha) y Sergio Julián de la ‘80. Cierta vez, mientras jugaba a las bochas, le preguntaron si podía hacerse cargo de la categoría ’72, “donde estaban los hijos de varios dirigentes”. Y ya en la cancha grande, al borde del campo, se vio su firmeza. El Negro tampoco dudó demasiado cuando le propusieron ser el sucesor del DT de la Primera, que acababa de desvincularse sin suerte en los resultados. ¡Era nada menos que Antonio Rosl, un grande del fútbol nacional.
Al Torneo Clasificación de 1993 le quedaban pocas fechas y el último pasaría a estar condenado a jugar una final a fin de año. Díaz, que estuvo acompañado por su amigo Juan Carlos Canosa (otro que dominaba el juego de las bochas) lograron el repunte con un par de buenos resultados. A la última fecha llegaron con chances, pero la cancha de Los Tolosanos, en el barrio El Churrasco y con uno de los mejores planteles de la Liga, parecía un escollo imposible. Con el tiempo, Díaz larga otra confesión que lo pinta de cuerpo entero. “Por intermedio de un amigo le habíamos asegurado al rival que con el empate le pagábamos un asado para todos, pero no le dijimos nada a nuestros jugadores, que salieron a dar todo, tanto que a mi hijo lo expulsaron a poco de empezar, por el embale que tenía”. Fue empate 1 a 1 y alcanzó para salir del último puesto donde quedó Abastense.
Aquellos viajes a Verónica
Desde 1986 y hasta el 2000 había un adversario en la Liga Amateur que insumía gasto extra, la nafta para el viaje hasta el pueblo de Verónica. Una vez al año, y otras veces dos, visitábamos a los Verdes. Los sacrificados jugadores de la Asociación Coronel Brandsen concurrían en sus autos particulares, ya que no siempre el Club podía fletar un micro. Los viajes de placer, de mate y fútbol, nos traen una postal es de 1991, en plena ruta, por una parada obligatoria. Arriba: Pablo Virigilio, Carlos Ragaini, Guillermo Rodríguez, Walter Miguez, Gustavo Poza, Javier Martins Serrano, Gastón Bavaro y los hermanos Castillo; los que aparecen en cuclillas, Fabián Montes de Oca, Hernán Cerimele, Pato Moya y “Kuki” Ienco.
La Fragata Libertad con un ídolo
Gastón Bavaro es parte grande de nuestra camiseta, “El Chicho”, uno de los tipos más afectuosos en todas las horas. Jugó desde juveniles a primera, y hoy en Senior, y solo vistió dos camisetas que no fueron del “Coronel”, ambas en Berisso, Villa San Carlos (Primera D de AFA) y Estrella.
Al recibirse de odontólogo, un día le cambió la vida un cartel informativo: “Señor profesional, la Armada lo necesita”. Se anotó y al poco tiempo ya formaba parte del staff médico, y en 2003 fue uno de los embarcados en la Fragata Libertad en uno de esos viajes de instrucción para los cadetes: “Fui parte de una terna de odontólogos, un afortunado”, cuenta Bavaro, quien de memoria relata los destinos: Ushuaia, Trelew, Chile, Perú, Panamá, Estados Unidos, cruzó el océano y siguió amarrando en puertos de Inglaterra, Francia, Bélgica, Alemania, Holanda, España, Islas Canarias, hasta la vuelta al continente americano, Brasil y final en Mar del Plata.
Por ese mismo trabajo, Chicho entrenaba solo, y los sábados lo esperaba una camiseta Naranja del “Coronel”. Futbolero a rabiar, en aquel viaje tuvo una yapa: “vi un partido de La Coruña cuando jugaba Lionel Scaloni, y en el Atlético de Madrid estaba en el arco el Mono Burgos”. Claro que en la platea no faltó la camiseta del “Coronel”.
Al recibirse de odontólogo, un día le cambió la vida un cartel informativo: “Señor profesional, la Armada lo necesita”. Se anotó y al poco tiempo ya formaba parte del staff médico, y en 2003 fue uno de los embarcados en la Fragata Libertad en uno de esos viajes de instrucción para los cadetes: “Fui parte de una terna de odontólogos, un afortunado”, cuenta Bavaro, quien de memoria relata los destinos: Ushuaia, Trelew, Chile, Perú, Panamá, Estados Unidos, cruzó el océano y siguió amarrando en puertos de Inglaterra, Francia, Bélgica, Alemania, Holanda, España, Islas Canarias, hasta la vuelta al continente americano, Brasil y final en Mar del Plata.
Por ese mismo trabajo, Chicho entrenaba solo, y los sábados lo esperaba una camiseta Naranja del “Coronel”. Futbolero a rabiar, en aquel viaje tuvo una yapa: “vi un partido de La Coruña cuando jugaba Lionel Scaloni, y en el Atlético de Madrid estaba en el arco el Mono Burgos”. Claro que en la platea no faltó la camiseta del “Coronel”.
Insólito TV 1
Nevaba y se jugaba a la pelota en 52 y 161, nuestro predio. Aquel 9 de julio de 2007 recibimos a Centro Fomento Los Hornos y a un extraño fenómeno metereológico. ¡Caía nieve en La Plata! Ya durante la reserva, de la llovizna se pasó a un hielo parecido al de la heladera, y después fueron copitos de nieve que fue una constante en el cotejo principal.
Todavía no teníamos cabina y quienes transmitían debían acomodarse en el techo de los vestuarios. Esa tarde llegó Cablevisión, con su equipo de Fútbol Platense. El camarógrafo primero la pasó bárbaro, por el fenómeno que estaba registrando, pero era el que menos se podía mover por cuestiones obvias. “Me congelé, es más, se me quemaron los dedos de la mano del frío y no podía manejar el zoom. Fue como si mientras filmaba metía la mano en el freezer”, trata de explicar Eduardo Morales, que se cubrió con una manta pero después no pudo más y dijo chau. La transmisión no siguió, pero el encuentro sí: fue 2 a 2. Ese resultado determinó el tricampeonato de Estrella, que tenía fecha libre. La nevando continuó hasta la madrugada del día siguiente.
Todavía no teníamos cabina y quienes transmitían debían acomodarse en el techo de los vestuarios. Esa tarde llegó Cablevisión, con su equipo de Fútbol Platense. El camarógrafo primero la pasó bárbaro, por el fenómeno que estaba registrando, pero era el que menos se podía mover por cuestiones obvias. “Me congelé, es más, se me quemaron los dedos de la mano del frío y no podía manejar el zoom. Fue como si mientras filmaba metía la mano en el freezer”, trata de explicar Eduardo Morales, que se cubrió con una manta pero después no pudo más y dijo chau. La transmisión no siguió, pero el encuentro sí: fue 2 a 2. Ese resultado determinó el tricampeonato de Estrella, que tenía fecha libre. La nevando continuó hasta la madrugada del día siguiente.
El gol del “Hueso” que no captó la cámara
El mismo año de la nevada, pero dando la vuelta a la ronda de partidos, Brandsen jugó con CF Los Hornos, peleando los dos el torneo Clausura. El albiazul llegaba a la anteúltima fecha con 2 puntos más, por lo que éste encuentro podía determinar que el local diera la vuelta. Frente a frente, los muchachos del “Coronel” se jugaron todo lo que tenían y lograron la victoria 1 a 0 que los llevó al liderazgo absoluto para tirar la última ficha a ganador, de locales en el Varallo.
Pero allá en terruño hornense fue una tarde de locura, incluyendo otro episodio de la productora del Cable, que volvió a elegir nuestro partido para poner el envío esa misma noche en la grilla de Cablevisión. Llegado el minuto 90 la igualdad en cero era irrompible, pero lo que se rompió primero fue la cámara filmadora. El querido y recordado Mario Romero, “Romerito”, con su buen semblante aceptó de buen modo y se puso a mirar. “Se paró el casete”, le informó el camarógrafo.
La anécdota lamentable es que durante esos últimos minutos, adicionales al reglamentario, Gabriel Saenz, “El Hueso”, convirtió el 1 a 0, que además “rompía” la racha de un año y medio sin derrotas a Fomento. “Para mí fue el gol de una manera, y para otros fue de otra, pero como se le rompió la cámara a Romerito nadie puede volver a ver ese gol” explica el autor del tanto, una jugada que realmente fue inexplicable. Centro de Pasalagua desde la mitad del campo, tijera de Verde, rebote en espalda de un rival, rebote para Saenz y pelota adentro en un borbollón de polvo casi 22 jugadores en pocos metros. La camiseta que vestimos era la negra, con el pantalón y las medias blancas, con los números y el cuellito en naranja. “Es es el eterno color de Brandsen”, remata Gabi, que guardará toda la vida aquel sábado 24 de noviembre de 2007. “Mi viejo que estaba en la cancha ya se podía morir tranquilo después de ver el primer campeonato en la A”.
Pero allá en terruño hornense fue una tarde de locura, incluyendo otro episodio de la productora del Cable, que volvió a elegir nuestro partido para poner el envío esa misma noche en la grilla de Cablevisión. Llegado el minuto 90 la igualdad en cero era irrompible, pero lo que se rompió primero fue la cámara filmadora. El querido y recordado Mario Romero, “Romerito”, con su buen semblante aceptó de buen modo y se puso a mirar. “Se paró el casete”, le informó el camarógrafo.
La anécdota lamentable es que durante esos últimos minutos, adicionales al reglamentario, Gabriel Saenz, “El Hueso”, convirtió el 1 a 0, que además “rompía” la racha de un año y medio sin derrotas a Fomento. “Para mí fue el gol de una manera, y para otros fue de otra, pero como se le rompió la cámara a Romerito nadie puede volver a ver ese gol” explica el autor del tanto, una jugada que realmente fue inexplicable. Centro de Pasalagua desde la mitad del campo, tijera de Verde, rebote en espalda de un rival, rebote para Saenz y pelota adentro en un borbollón de polvo casi 22 jugadores en pocos metros. La camiseta que vestimos era la negra, con el pantalón y las medias blancas, con los números y el cuellito en naranja. “Es es el eterno color de Brandsen”, remata Gabi, que guardará toda la vida aquel sábado 24 de noviembre de 2007. “Mi viejo que estaba en la cancha ya se podía morir tranquilo después de ver el primer campeonato en la A”.
El primer Twiteer fue de los jugadores
La Internet sumaba adeptos en 2004, y entre las redes sociales está la del “pajarito”, que con unas pocas palabras dejan transmitir algo al mundo. La cuenta @acbrandsen nació por imaginación de Pedro Verde, símbolo en ese momento del equipo de fútbol, y rumbo a la cancha colocaba noticias como el rival y el escenario, y en el post partido se limitaba a dar los resultados.
En esos días Lautaro Pérez jugaba en la Cuarta y estudiaba la tecnicatura de Periodista Deportivo. Claro que este joven le tenía un respeto enorme al capitán de la Primera y confiesa que no se animaba a pedirle permiso para unificar todas las redes sociales, que la Comisión le autorizó tener a su cargo. “Pedro, yo abrí el Facebook y la página web, pero me gustaría uniformar todo y hacer el Twitter, ¿me permitirías que pueda seguirlo?”. Pedrito sonrió: “Está espectacular lo que hacés, tomá, acá está la clave, hacete cargo”. Lautaro se mantuvo firme en la tarea hasta que este 2022 pasó a su nueva faceta de DT de la Tercera.
En esos días Lautaro Pérez jugaba en la Cuarta y estudiaba la tecnicatura de Periodista Deportivo. Claro que este joven le tenía un respeto enorme al capitán de la Primera y confiesa que no se animaba a pedirle permiso para unificar todas las redes sociales, que la Comisión le autorizó tener a su cargo. “Pedro, yo abrí el Facebook y la página web, pero me gustaría uniformar todo y hacer el Twitter, ¿me permitirías que pueda seguirlo?”. Pedrito sonrió: “Está espectacular lo que hacés, tomá, acá está la clave, hacete cargo”. Lautaro se mantuvo firme en la tarea hasta que este 2022 pasó a su nueva faceta de DT de la Tercera.
Hechizados por Verón I
Raúl Di Cola anda y habla con el corazón, por donde quiera que esté: el club, el hipódromo o el teatro, su último metier. De joven pateaba de lo lindo en Plaza Brandsen, escurridizo delantero que probó suerte en Estudiantes y no llegó. En Brandsen fue director técnico de juveniles y miembro de la Subcomisión en la hora buena del estreno del Predio, desde cuando estaba en construcción y sacaba piedras y cascotes con el casero Horacio Flores, “Tito”. Pero antes de la propia inauguración, cuando realmente el terreno estaba desparejo y faltaba de todo, vio llegar a una estrella futbolística, entonces de la Lazio de Italia. ¿Quién? El primo de Pedro Verde, el 3 de nuestro plantel superior. ¿Quién? El hombre que había jugado con Maradona en Boca y luego pasó a Europa. ¿Quién? El hijo de la famosa Bruja que en 1968 gambeteaba brasileños, uruguayos e ingleses, “montado en una escoba” como gritaban los pincharratas. ¿Quién iba a Brandsen cuando el predio estaba a medio terminar? Juan Sebastián Verón.
El asunto es que Di Cola no podía creer lo que estaba viendo y con su habitual buen humor lo rememoró así: “Resulta que apenas se veía, era invierno y oscurecía rápido, y nosotros teníamos unos foquitos. De repente veo en la rueda de jugadores a un negrito, que no decía demasiado, pero después entró a jugar y a meter pases espectaculares. Pucha, era Verón, que entonces jugaba en la Lazio de Italia”. La Brujita estaba próximo a ganar su primer título como profesional, el Scudetto de Italia, para un club que no festejaba desde 1974. Además, metió esa temporada otros tres títulos de la Copa Europea (final contra el Manchester United), la Copa Italia y la Supercopa italiana.
El asunto es que Di Cola no podía creer lo que estaba viendo y con su habitual buen humor lo rememoró así: “Resulta que apenas se veía, era invierno y oscurecía rápido, y nosotros teníamos unos foquitos. De repente veo en la rueda de jugadores a un negrito, que no decía demasiado, pero después entró a jugar y a meter pases espectaculares. Pucha, era Verón, que entonces jugaba en la Lazio de Italia”. La Brujita estaba próximo a ganar su primer título como profesional, el Scudetto de Italia, para un club que no festejaba desde 1974. Además, metió esa temporada otros tres títulos de la Copa Europea (final contra el Manchester United), la Copa Italia y la Supercopa italiana.
Hechizados por Verón II
Segundo semestre de 2012. Juan Sebastián Verón ahora es jugador de Brandsen, cumpliendo el largo deseo de su familiar, Pedro Verde, y causando verdadera admiración en la comunidad deportiva. Fichó en el fútbol amateur cuando a los 37 años estaba en vigencia como profesional. E incluso después de ponerse nuestra casaca 11, luego volvió a jugar en Estudiantes. Llegó al barrio como mega figura, con dos Mundiales en el lomo y la “película” no pudo tener mejor colofón: campeones.
Mil anécdotas como para un libro, fotos y un sentimiento que se prolongará en el tiempo, con nuestro agradecimiento profundo a la “Brujita”, que jugó la mayor parte del torneo, salvo alguna molestia física que lo mantuvo al margen. Una jornada (la única que no pudo jugar de local) se sentó en la tribuna, cerca fue Luis Pérez, “Lucho”, entonces Vicepresidente. Vieron el triunfo y por la actuación –sin su presencia- ya se avizoraba el tricampeonato de los dirigidos por Bonvicini y Serrano. Un momento caló el corazón de uno de nuestros hinchas, ese mismo sábado, al atardecer. Lautaro Pérez, el mismo de las redes sociales. Había visto hablar a su padre con Sebastián, y cuando se volvieron a casa, el joven no se contuvo más y largó la pregunta.
-Papá, ¿qué hablabas con Verón?
-No, cosas del partido, que el equipo estaba bien perfilado para la recta final. Y después me agradeció.
-¿¡Qué te agradeció, viejo!?
-Todo lo que viene haciendo la dirigencia, y a mí me dijo que siempre me vía en la cancha, desde temprano, en todos los entrenamientos.
El pibe contuvo las lágrimas seguramente y guardó el mensaje para toda la vida, mucho más desde que su querido viejo ya partió físicamente. “Que un tipo así le agradezca a mi viejo fue de lo más lindo, por no decir lo máximo que me tocó vivir en el club. Y confirmé que ese Verón es un groso de verdad”.
Mil anécdotas como para un libro, fotos y un sentimiento que se prolongará en el tiempo, con nuestro agradecimiento profundo a la “Brujita”, que jugó la mayor parte del torneo, salvo alguna molestia física que lo mantuvo al margen. Una jornada (la única que no pudo jugar de local) se sentó en la tribuna, cerca fue Luis Pérez, “Lucho”, entonces Vicepresidente. Vieron el triunfo y por la actuación –sin su presencia- ya se avizoraba el tricampeonato de los dirigidos por Bonvicini y Serrano. Un momento caló el corazón de uno de nuestros hinchas, ese mismo sábado, al atardecer. Lautaro Pérez, el mismo de las redes sociales. Había visto hablar a su padre con Sebastián, y cuando se volvieron a casa, el joven no se contuvo más y largó la pregunta.
-Papá, ¿qué hablabas con Verón?
-No, cosas del partido, que el equipo estaba bien perfilado para la recta final. Y después me agradeció.
-¿¡Qué te agradeció, viejo!?
-Todo lo que viene haciendo la dirigencia, y a mí me dijo que siempre me vía en la cancha, desde temprano, en todos los entrenamientos.
El pibe contuvo las lágrimas seguramente y guardó el mensaje para toda la vida, mucho más desde que su querido viejo ya partió físicamente. “Que un tipo así le agradezca a mi viejo fue de lo más lindo, por no decir lo máximo que me tocó vivir en el club. Y confirmé que ese Verón es un groso de verdad”.
La plaza donde naciste
El sábado 5 de marzo de 2022 estaba anunciado tiempo nuboso y grandes posibilidades de lluvia. Ese día también estaba promocionado un encuentro especial, el acto por el octogésimo Aniversario de nuestro Club.
Eran las 15 y a una hora para el comienzo los nubarrones grises y el mal presagio cambió por los primeros rayos de sol. “Aquí estamos, donde hace 80 años empezó todo, en una Plaza donde nació la Asociación Coronel Brandsen, en este espacio donde antes hubo una fuente y donde también hubo una calesita” narró con suma nostalgia Gabriel López, “El Colo”, periodista y animador de aquel reencuentro donde hubo hijos, nietos y bisnietos de los fundadores.
Desde un banco de la plaza, con camisa naranja, vaquero, zapatos y el barbijo por precaución sanitaria, “Coco” Sánchez se levantó reteniendo la emoción. En ese mismo lugar el presidente vivió su infancia y conoció uno a uno la cara de quienes fueron pioneros. Luego, dio paso a un grupo de socios para quitar una enorme bandera tricolor que dejó ver el nuevo mural, que reza: “La Plaza donde naciste”. Para colmar de entusiasmo la cita, comenzó a tocar la Agrupación Sinfónica de la Policía de la Provincia.
Por si faltaban motivos para colmar ese buen momento, Germán Sánchez, conductor del Club, había estado el día anterior con la familia del Hockey Femenino, firmando un documento en Buenos Aires con la empresa que se encargará de hacer la cancha de sintético. “Tenemos proyecto, seguimos creciendo y miramos la economía, porque esta es una empresa social. Y tenemos que buscar que cada uno de ustedes apoyen esta empresa social en la medida que los dirigentes le demostremos nuestra honestidad y nuestro progreso. A veces hacemos, invertimos y después pedimos”, comentaba Coco frente a la concurrencia.
La onda positiva continuó al otro día, cuando el fútbol mayor ganó la Copa de Campeones en la cancha de Gimnasia y Esgrima La Plata. Coco (que fue presidente Tripero durante tres años, de 1980 a 1983) festejó a puño apretado en la cabecera Centenario. Y Germán, que también lleva la franja azul en el pecho, sumaba como Presidente su cuarto pergamino.
Eran las 15 y a una hora para el comienzo los nubarrones grises y el mal presagio cambió por los primeros rayos de sol. “Aquí estamos, donde hace 80 años empezó todo, en una Plaza donde nació la Asociación Coronel Brandsen, en este espacio donde antes hubo una fuente y donde también hubo una calesita” narró con suma nostalgia Gabriel López, “El Colo”, periodista y animador de aquel reencuentro donde hubo hijos, nietos y bisnietos de los fundadores.
Desde un banco de la plaza, con camisa naranja, vaquero, zapatos y el barbijo por precaución sanitaria, “Coco” Sánchez se levantó reteniendo la emoción. En ese mismo lugar el presidente vivió su infancia y conoció uno a uno la cara de quienes fueron pioneros. Luego, dio paso a un grupo de socios para quitar una enorme bandera tricolor que dejó ver el nuevo mural, que reza: “La Plaza donde naciste”. Para colmar de entusiasmo la cita, comenzó a tocar la Agrupación Sinfónica de la Policía de la Provincia.
Por si faltaban motivos para colmar ese buen momento, Germán Sánchez, conductor del Club, había estado el día anterior con la familia del Hockey Femenino, firmando un documento en Buenos Aires con la empresa que se encargará de hacer la cancha de sintético. “Tenemos proyecto, seguimos creciendo y miramos la economía, porque esta es una empresa social. Y tenemos que buscar que cada uno de ustedes apoyen esta empresa social en la medida que los dirigentes le demostremos nuestra honestidad y nuestro progreso. A veces hacemos, invertimos y después pedimos”, comentaba Coco frente a la concurrencia.
La onda positiva continuó al otro día, cuando el fútbol mayor ganó la Copa de Campeones en la cancha de Gimnasia y Esgrima La Plata. Coco (que fue presidente Tripero durante tres años, de 1980 a 1983) festejó a puño apretado en la cabecera Centenario. Y Germán, que también lleva la franja azul en el pecho, sumaba como Presidente su cuarto pergamino.
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