Javier Díaz jugó al fútbol en la categoría ’70 de juveniles, aquellos torneos en el Estadio Provincial, y hasta pudo jugar algunos partidos en la Primera, dirigido por su padre. Pero en Brandsen fue muy querido y se llenó de amistades por estar al frente de la cancha de Paddel y representar al club en los niveles de Tercera y Segunda. Hay más: se casó en el salón de fiestas. Por una afección cardíaca partió de este mundo el 6 de febrero de 2022
“Negro, ¿vos te animás a armar la ‘70 que arrancan a juveniles?”. Alberto Díaz es el “Negro”, padre de cuatro varones, bochófilo de aquellos en AC Brandsen, hombre de bien en ese buffet que ya no está y que vieron pasar a tantos varones del tango, o del folklore, como a él le gusta. Aceptó el convite y Díaz fue DT. La razón fundamental se llamaba Javier, su primogénito, ese pibe que le salió bueno para todos los deportes.
Javier y Brandsen fueron la pelota y mucho más. Desde 1990, cuando el Paddel empezó a ser furor en el país y la ciudad, quedó como encargado de la cancha recién inaugurada en nuestra Sede de 60 entre 23 y 24. Estaba ahí con otros dos hijos de dirigentes, Gastón Rosas y Javier “El Gordo” Martins Serrano (ex arquero y mediocampista de la 1ª división del “Coronel”).
Una curiosidad. Los Javier, Díaz y Martins Serrano, conformaron el dúo que salían a sacar chispas con la paleta en torneos Abiertos de La Plata, Berisso y Ensenada (circuito APTA).
“La de Brandsen fue una de las primeras canchas de La Plata. Me acuerdo que nos turnábamos siete horas cada uno con el Zurdo Rosas y y Javier Martins Serrano. Los tres que trabajamos, dando los turnos, atendiendo el kiosco, éramos hijos de integrantes de la Comisión Directiva. La abuela de Javier llevaba el registro de los ingresos y egresos. Todo lo que se fue recaudando ahí era para el predio de fútbol que luego tuvimos en 161”. Estas fueron algunas de sus palabras en una nota registrada por el periodista Gabriel “Colo” López. Dos semanas después se fue físicamente.
Otros momentos donde Javier se expresó con alegría y calma tenían que ver con los veranos y la pileta descubierta. “La pileta se llenaba de chicos. También recuerdo lo que para nosotros era llamada ‘La olla’, donde estaba la canchita de fútbol 5 y en verano poníamos la red de vóley y jugábamos”.
Javier y sus aprendizajes. Tanto con los socios que peinaban canas y con el esfuerzo por jugar a ese deporte que lo apasionaba. “Jugaba a las cartas con los queridos viejos del buffet. Mirando, aprendí a jugar a las cartas, al mus, al tute”. Y una anécdota como competidor del circuito APPTA. “Con el Gordo Serrano le ganamos una final a Martín Palermo y a su hermano Gabriel, de visitante, en Unión Vecinal. Creo que en ese momento que enfrentamos a los Palermo, el Loco ya era jugador de reserva de Estudiantes. Fueron tres sets, parejos, nos conocíamos tanto que no pensábamos que íbamos a ganar (risas). Igual Gabriel Palermo cada tanto venía a practicar a Brandsen. Entre otros recuerdos, hubo veces que jugué con Gabriel Amichetti y le ganamos el Abierto de La Plata a una pareja marplatense, en la cancha de Estación Norte. El Paddel era furor y la cancha de Brandsen siempre tenía a alguno de los futbolistas de la 1ª como Lautaro Tarquino, Luciano Gallego, el Hueso y Diego Saenz, dos hermanos que venían a paletear seguido”.
En los últimos años Javier Díaz se encontró frente a un proceso de salud delicado, que atravesó con aceptación y humildad. “La peleó como un león”, se enorgullece Yolanda Ferese, su compañera de vida, con la que se casó en Brandsen. Se cruzaron en 1993, en mayo, y se casaron en octubre del mismo año. El tenía 23 años. Empezó el lazo que seguirá por siempre, porque vinieron las hijas, Luciana Díaz y Julieta Díaz.
El alma dejó el cuerpo, como un jugador que hizo la jugada que tenía que hacer y tiene que salir, pedir el cambio. Sabía que somos algo más que la materia. Y hablábamos como si estuviéramos viendo la vida como una película, rápida y llena de vicisitudes… Los partidos en el Estadio Provincial (donde hoy está el Estadio Ciudad de La Plata), aquellas canchas con arcos de madera, firmando la planilla de los torneos de la Federación Bonaerense… El Cincuentenario de nuestro club, aquella torta gigante… La relación dirigencial de su padre en las Presidencias de Carlos Saenz y de Norberto Sánchez… Las bochas, qué jugador su viejo, el que después aceptó ser DT… Los partidos en Cuarta (equipo que ilustra esta nota), algún partido de Tercera y minutos en la divisional más brava de la Liga Amateur…
Su voz se escuchaba suave, como la de un ser humano que confesaba estar satisfecho por la vida. Pudo amar y ser amado. Sentir lo simple y no desear tanto. ¿Para qué…? A su manera, en aquella nota, Javier nos decía adiós dejando un mensaje. Vivir más tranquilos. Así como era él, que no andaba mucho en barra.
Arriba, a la derecha, Alberto Díaz (DT), a su derecha Javier Martins Serrano y al lado el recordado Javier Díaz.
Una Cuarta de la Liga Amateur (año 1991).
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